La afección clínica más frecuente relacionada con los depósitos de cristales es la periartritis calcificada aguda; En un 70% de los casos, la articulación del hombro es la más afectada y se denomina tendinitis calcificada del hombro. Suele localizarse en el manguito de los rotadores, y más concretamente en el tendón del músculo supraespinoso con una prevalencia del 80%, seguido del infraespinoso (15%) y subescapular (5%). La prevalencia de calcificación en el manguito de los rotadores se sitúa entre el 7,5 y el 20% de los adultos asintomáticos y en el 6,8% de aquellos que tienen dolor de hombro. La calcificación de hombro es una patología muy común entre las personas de edades comprendidas entre los 30 y los 60 años. Afecta ligeramente más a las mujeres que a los hombres.
La tendinitis calcificante de hombro se caracteriza por inflamación alrededor de depósitos de carbonato cálcico o cristales de calcio en los tendones del hombro. La prevalencia de tendinitis de hombro varía del 7 al 36% de la población.
La tendinitis calcificante de hombro puede clasificarse en tres etapas:
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La razón por la que se depositan cristales, generalmente de fosfato cálcico, en bursas y tendones no está clara. Algunos profesionales coinciden en pensar que debe existir una fibrosis y necrosis del tendón con la consiguiente degeneración, para que se favorezca el depósito de cristales. Sin embargo, otros autores y médico especialistas dicen que el proceso no es de tipo degenerativo.
La presencia de estos cristales no implica necesariamente un proceso degenerativo, sino que se ha comprobado que pueden estimular procesos inflamatorios locales que provocan cambios celulares y en la matriz del tendón.
El deposito de microcristales de calcio en tendón, estructura relativamente avascular e hipocelular puede originar un aumento de la degradación del colágeno de la matriz adyacente al depósito.
A diferencia del síndrome subacromial puro, dónde se suele encontrar un estrechamiento del espacio bajo el acromion, aquí no tiene porque ocurrir. Como hemos comentado, lo que sí solemos encontrar es un bursa inflamada y un tendón, (supraespinoso) dañado en el lugar dónde se deposita el calcio. En la mayoría de los casos, no resulta fácil de establecer el orden de acontecimientos, si la inflamación ha sido lo inicial y sobre esta se depositan las sales o si esta inflamación es consecuencia
de la calcificación. Las diferentes teorías relacionan esta patología con factores hormonales o incluso genéticos, pero la causa exacta no esta clara.
Puesto que no se ha identificado la relación con otras enfermedades, no es necesario establecer un protocolo de rutina para investigar otras enfermedades metabólicas o reumáticas en los pacientes afectados. En conclusión, podríamos afirmar que la causa desencadenante es bastante incierta, si bien afortunadamente y por lo general se resuelve sin necesitar una intervención quirúrgica.
La razón por la que se depositan cristales, generalmente de fosfato cálcico, en bursas y tendones no está clara. Algunos profesionales coinciden en pensar que debe existir una fibrosis y necrosis del tendón con la consiguiente degeneración, para que se favorezca el depósito de cristales. Sin embargo, otros autores y médico especialistas dicen que el proceso no es de tipo degenerativo.
La presencia de estos cristales no implica necesariamente un proceso degenerativo, sino que se ha comprobado que pueden estimular procesos inflamatorios locales que provocan cambios celulares y en la matriz del tendón.
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A diferencia del síndrome subacromial puro, dónde se suele encontrar un estrechamiento del espacio bajo el acromion, aquí no tiene porque ocurrir. Como hemos comentado, lo que sí solemos encontrar es un bursa inflamada y un tendón, (supraespinoso) dañado en el lugar dónde se deposita el calcio. En la mayoría de los casos, no resulta fácil de establecer el orden de acontecimientos, si la inflamación ha sido lo inicial y sobre esta se depositan las sales o si esta inflamación es consecuencia
de la calcificación. Las diferentes teorías relacionan esta patología con factores hormonales o incluso genéticos, pero la causa exacta no esta clara.
Puesto que no se ha identificado la relación con otras enfermedades, no es necesario establecer un protocolo de rutina para investigar otras enfermedades metabólicas o reumáticas en los pacientes afectados. En conclusión, podríamos afirmar que la causa desencadenante es bastante incierta, si bien afortunadamente y por lo general se resuelve sin necesitar una intervención quirúrgica.
El conjunto de síntomas característicos puede desencadenarse por traumatismos leves o por trabajos con actividades que conlleven movilidad del hombro. En la mayoría de
los casos, los episodios sólo se presentan en un hombro, pero la afectación bilateral también podría darse.
Los signos clínicos predominantes de la tendinitis de hombro con calcificaciones son:
En las diferentes etapas de la calcificación de hombro se presenta un dolor característico:
También cargar grandes pesos, mantener los brazos elevados o hacer ejercicio manteniendo nuestro propio peso corporal nos podría resultar doloroso, limitar nuestras acciones cotidianas, y practicas deportivas.
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Los diferentes métodos de tratamiento que se suelen utilizar para tratar este tipo de patología, calcificación de hombro, están dirigidos fundamentalmente a controlar el dolor y mantener la función de la articulación.
En la mayoría de los casos, el proceso de recuperación de la calcificación de hombro suele llevar unas 2 o 3 semanas, con reposo y antiinflamatorios no esteroideos (AINE); pero con frecuencia, el dolor y la limitación son muy importantes, y requieren habitualmente infiltraciones intraarticulares de corticoides. La fisioterapia para restaurar o mejorar el recorrido articular debe incorporarse lo más pronto posible. Finalmente, si el tratamiento conservador no funciona, la utilización de cirugía o la punción- aspiración con aguja han sido opciones terapéuticas. No obstante, es necesario destacar que dichas técnicas invasivas no solucionan el problema en todos los casos. Un tratamiento alternativo a la cirugía es el tratamiento con ondas de choque focales con el que pretendemos conseguir la disgregación y posterior reabsorción de los depósitos cálcicos.
Es una forma especial del tratamiento con ultrasonidos. Consiste en esencia en una emisión ultrasónica focalizada de alta intensidad y corta duración.
Existen varias publicaciones recientes sobre la utilización de ondas de choque extracorpóreas (ODCE) en tendinopatías calcificadas, que aportan resultados de dicha técnica.
La terapia de Ondas de Choque focales resuelve afecciones que de otra manera podrían requerir cirugía como calcificaciones en el hombro sin necesidad de analgésicos. Esto, junto a ser una terapia no invasiva, hace que sea una terapia ideal para acelerar la recuperación y curar patologías que causan dolor agudo o crónico.
El tratamiento de ondas de choque focales está basado en una onda acústica que lleva mucha energía a los puntos dolorosos y tejidos musculoesqueléticos con condiciones subagudas, subcrónicas y crónicas.
La energía promueve la regeneración y procesos reparativos de los tendones los tendones, músculos y otros tejidos blandos. Con el tratamiento con ondas de choque de alta intensidad de energía obtenemos entre un 50 a 75% de desaparición total o parcial de los depósitos de calcio sin afectar a tendón cartílago ni hueso.
Se ha podido corroborar que existe una relación entre los buenos resultados clínicos y la desaparición de los depósitos.
El tratamiento con Ondas de Choque focales tiene ventajas sobre el quirúrgico como: