Fractura de cúbito y radio: Diagnóstico, tratamiento y el papel del médico rehabilitador en la recuperación

fracturas de antebrazo

Las fracturas de cúbito y radio son lesiones frecuentes que afectan los dos huesos principales del antebrazo. Estas fracturas pueden tener un impacto significativo en la movilidad, la fuerza y la función de la extremidad superior, y suelen requerir tratamiento tanto quirúrgico como rehabilitador para recuperar la función completa del brazo. La intervención de un médico rehabilitador es clave para la recuperación, ya que ayuda a restaurar el movimiento y la fuerza del brazo y a reducir el riesgo de secuelas permanentes.

¿Qué es una fractura de cúbito y radio?

El cúbito y el radio son los dos huesos largos del antebrazo. El radio se encuentra en el lado del pulgar y el cúbito en el lado del meñique. Las fracturas de estos huesos suelen ocurrir a raíz de caídas, accidentes de tráfico, o traumas deportivos en los que la persona extiende el brazo para protegerse de un impacto. También pueden darse fracturas más leves en personas mayores con osteoporosis, debido a la fragilidad ósea.

Tipos de fracturas de cúbito y radio

Existen varios tipos de fracturas dependiendo de la localización, el desplazamiento y la gravedad de la lesión. Entre los más comunes se encuentran:

  • Fracturas distales del radio: ocurren cerca de la muñeca, en la zona más próxima a la mano.
  • Fracturas de diáfisis: se producen en el cuerpo central de los huesos del antebrazo.
  • Fracturas de ambos huesos: en las que se fracturan tanto el cúbito como el radio, a menudo causando deformidad y una mayor inestabilidad.
  • Fracturas desplazadas y no desplazadas: una fractura desplazada ocurre cuando los extremos de los huesos están separados o desalineados, mientras que en una fractura no desplazada los fragmentos óseos mantienen su alineación.

El tipo de fractura influirá en el tratamiento y en la duración de la recuperación.

Tratamiento inicial de la fractura de cúbito y radio

El tratamiento de las fracturas de cúbito y radio puede incluir:

  1. Reducción cerrada: para fracturas no desplazadas o poco desplazadas, se intenta realinear el hueso sin cirugía, inmovilizando la zona con una férula o yeso.
  2. Reducción abierta con fijación interna: en fracturas desplazadas o inestables, se realiza una cirugía para alinear los huesos y fijarlos con placas, tornillos o clavos.
  3. Yeso o férula: después de la reducción, se utiliza una férula o yeso para mantener la alineación mientras el hueso se consolida.

Aunque el tratamiento inicial tiene el objetivo de sanar el hueso, es común que la inmovilización prolongada provoque rigidez, pérdida de fuerza muscular y limitación en el movimiento. Aquí es donde la intervención de un médico rehabilitador cobra importancia.

Rol del médico rehabilitador en la recuperación

Una vez que el hueso ha empezado a sanar y la inmovilización se retira, es fundamental trabajar en la recuperación de la función. El médico rehabilitador desempeña un papel esencial en esta fase al diseñar un programa de rehabilitación personalizado. Los objetivos incluyen:

  • Recuperar la movilidad: mejorar la capacidad de flexión, extensión, supinación y pronación (rotación de la palma hacia arriba o hacia abajo) del antebrazo.
  • Fortalecer la musculatura: restaurar la fuerza en los músculos del brazo y la muñeca que pueden haberse debilitado por la inmovilización.
  • Reducir el dolor: empleando técnicas de manejo del dolor, como terapia manual, calor o frío, y modalidades de electroterapia.
  • Prevenir rigidez y contracturas: mantener la movilidad articular en el codo, muñeca y dedos, especialmente si el paciente ha sido inmovilizado durante varias semanas.

Fases del tratamiento de rehabilitación

El tratamiento de rehabilitación de una fractura de cúbito y radio suele dividirse en varias fases:

1. Fase de inmovilización (Primeras semanas)

Durante esta fase, el médico rehabilitador recomienda ejercicios suaves de movimiento para evitar la rigidez en las articulaciones no afectadas (como los dedos y el hombro) y para reducir la inflamación. También puede indicar el uso de técnicas de elevación y frío para controlar la hinchazón.

2. Fase de movilización temprana (Tras la retirada de la inmovilización)

Una vez retirado el yeso o la férula, el médico rehabilitador trabaja en recuperar la movilidad mediante:

  • Ejercicios de rango de movimiento: estos ayudan a mejorar la flexión y extensión del codo y la muñeca.
  • Ejercicios de rotación: para recuperar la supinación y pronación del antebrazo.
  • Terapia manual: en ocasiones, el terapeuta realiza movimientos pasivos para movilizar la articulación.

3. Fase de fortalecimiento y recuperación de función (3-6 semanas tras la retirada de la inmovilización)

Una vez que la movilidad mejora, se añaden ejercicios de resistencia y fortalecimiento con pesas ligeras o bandas elásticas para:

  • Mejorar la fuerza de los músculos que sostienen el antebrazo y la muñeca.
  • Aumentar la estabilidad de las articulaciones del codo y la muñeca.
  • Reforzar la coordinación de los músculos, promoviendo un uso funcional del brazo.

4. Fase de retorno a la actividad y prevención (A partir de los 3 meses)

En esta última fase, el objetivo es preparar al paciente para retomar actividades diarias y laborales. El médico rehabilitador puede indicar ejercicios de simulación de tareas específicas y estrategias para evitar lesiones futuras. Si la persona practica deporte, se diseñan rutinas de acondicionamiento físico progresivo para reducir el riesgo de recaída.

Técnicas y herramientas utilizadas en la rehabilitación

  • Terapia física: el médico rehabilitador trabaja junto a fisioterapeutas para implementar ejercicios específicos y técnicas de movilización.
  • Modalidades de electroterapia: como ultrasonido, TENS o láser, que ayudan a reducir el dolor y la inflamación.
  • Terapia ocupacional: en algunos casos, se incorporan ejercicios y actividades que permiten mejorar habilidades motoras finas y facilitar tareas de la vida diaria.
  • Ortesis: a veces se emplean férulas funcionales para ayudar a la estabilización durante los ejercicios.

Importancia de la rehabilitación en la fractura de cúbito y radio

El tratamiento rehabilitador es fundamental para reducir las posibles secuelas de la fractura, que pueden incluir rigidez, dolor crónico, y limitaciones en la movilidad y la fuerza del brazo. Sin un programa de rehabilitación adecuado, es probable que el paciente experimente dificultades en actividades cotidianas, como levantar objetos, girar la mano o realizar movimientos de precisión.

La intervención de un médico rehabilitador garantiza que la recuperación se realice de forma progresiva y segura, adaptada a las necesidades individuales y a las características específicas de la fractura. Esto maximiza las probabilidades de volver a una vida activa y sin dolor, optimizando la recuperación funcional del brazo.

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